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Entrevistas

David Jiménez: «No hace falta marcharse a la guerra para hacer buen reporterismo»

El periodista David Jiménez

En 1998 dejé la redacción del periódico El Mundo en Madrid y fui nombrado su primer corresponsal en Asia. He dictado noticias (en mis primeros viajes todavía se hacía) desde las revueltas de Indonesia, Filipinas, Nepal o Birmania. He soñado que era el enviado especial a las todavía pendientes de China o Corea del Norte. He cubierto las guerras de Timor Oriental, Cachemira, Sri Lanka o Afganistán. La muerte de Bin Laden. Los grandes tsunamis del Índico y el Pacífico. La crisis nuclear de Fukushima… Mis artículos han sido publicados en los periódicos Corriere della Sera, The Guardian o The Toronto Star. He colaborado con The Sunday Times, Esquire, CNN, el Servicio Mundial de la BBC y Radio Francia Internacional. He escrito libros como Hijos del Monzón (Kailas)El Botones de Kabul (La Esfera, 2010); El Lugar Más Feliz Del Mundo Además publico regularmente en mi blog. En estos momentos, estoy realizando una beca en la Universidad de Harvard.

Normalmente en tus artículos te muestras crítico con el periodismo. ¿Nostalgia de una profesión que ya no existe?
La profesión sigue existiendo y siempre estará ahí, porque nunca dejará de haber lectores, oyentes y espectadores que quieran saber qué está pasando y que busquen personas autorizadas para contárselo. La pregunta es si el periodismo se está acercando o alejando de esa misión de mantener al público bien informado. En el caso concreto de España, no tengo duda que estamos en el segundo caso. Yo soy crítico con el periodismo que no me gusta y me gusta que se critique el que yo hago. No creo que los periodistas debamos estar exentos de la crítica ni protegernos en el corporativismo. Siempre vi un contrasentido en el hecho de que nos pasemos la vida diciéndole a otros (actores, políticos, educadores…) cómo deben hacer su trabajo y nuestra incapacidad para aceptar que se analice el nuestro. Mirarnos demasiado el ombligo, sin autocrítica, es una de las razones de la situación en la que nos encontramos.

 

«No creo que los periodistas debamos estar exentos de la crítica ni protegernos en el corporativismo»

 

¿La crisis económica nos está trayendo un periodismo de menor calidad? 
Tenemos más información que nunca gracias a internet y, sin embargo, resulta cada vez más difícil encontrar periodismo de calidad. Algo parecido ocurre con la independencia periodística: debería ser la regla y sin embargo es la excepción. La precariedad laboral, tras miles de despidos y bajadas salariales, limita la capacidad de los periodistas para enfrentarse a los poderes económicos y políticos, o a los jefes que se rinden ante ellos. Nadie quiere arriesgar su puesto de trabajo porque apenas hay alternativas laborales. El resultado son periodistas en una posición de debilidad y poderes más cómodos. Lo vimos recientemente con los obituarios de Emilio Botín. La mayoría parecían escritos por el gabinete de prensa del Banco Santander. Luego nos preguntamos por qué hemos perdido credibilidad.

 

«La independencia debería ser la regla y sin embargo es la excepción»

 

En 2011 escribiste ‘Putas y periodistas‘. Leo un consejo: “Coge la maleta, vete a un lugar del mundo donde estén pasando cosas y empieza a contar historias. Lo peor que te puede pasar es que aprendas, de periodismo y de la vida”. Las cifras, no obstante, de Reporteros Sin Fronteras es que lo peor es que te maten. ¿Cómo mejorar esta situación?
No hace falta jugarse la vida ni marcharse a la guerra para hacer buen reporterismo. Puedes encontrar grandes historias en tu barrio, en tu ciudad, en la provincia de al lado o en la otra punta del mundo. Con dos millones de niños viviendo en la pobreza, ¿no hay en España historias que contar? Hay grandes reporteros, como Pedro Simón, que hacen periodismo relevante para el lector sin necesidad de cruzarse medio mundo. A veces me llegan currículos de periodistas jóvenes que me piden ayuda y en los que me cuentan los idiomas que hablan y los masters que han hecho. ¿Y tu último reportaje, dónde está? ¿Y tu blog, donde se pueda ver que sabes escribir? ¿Te has pagado un máster y nos has podido comprarte un billete de ferry a Marruecos? De las masificadas facultades de periodismo sale mucha gente que simplemente no tiene el empuje, las ganas, el arrojo o la preparación para hacer periodismo. Lo que me preocupa es que en España ni siquiera los que tienen todo eso pueden salir adelante. Es realmente difícil incluso para los buenos, porque no hay ningún respeto a la figura del freelance, como ocurre en el periodismo anglosajón. Los medios pagan al peso: tantas palabras tantos euros, como si estuviéramos en la frutería del barrio. Me he encontrado en los últimos años a una generación buenísima de reporteros que simplemente no llegan a fin de mes, no importa lo bien que lo hagan. Por eso mi primer consejo, por encima de cualquier otro, es que el estudiante de periodismo aprenda inglés, porque eso te abre las puertas de un mercado inmenso donde a menudo vas a encontrar gente con la preparación y el olfato periodístico para distinguir un gran reportaje de un refrito de agencia. Y pagar en consecuencia.

«No hace falta jugarse la vida ni marcharse a la guerra para hacer buen reporterismo»

 

¿Qué motivos hay para ser optimista?
Yo estoy convencido de que empieza una gran época del periodismo. En Estados Unidos estoy viendo proyectos muy interesantes, medios digitales que ya están siendo muy rentables y cambios de mentalidad en periódicos tradicionales que se están dando cuenta de que la alternativa es la desaparición. Hay mucha oferta de trabajo, pero ya no vale con saber escribir bien o ser un buen reportero. Buscan gente que entienda la transformación que está viviendo el periodismo y las nuevas formas de transmitirlo. Lo mismo a nivel editorial. Se necesita gente con la mente abierta para estar evolucionando constantemente. En el modelo actual, donde tecnología y periodismo se han fundido, lo que funciona hoy puede no hacerlo en seis meses. Estamos ante la mayor oferta informativa de la historia del periodismo y nuestro cliente tiene más poder que nunca. Puede que sea un ambiente pesimista para los medios tradicionales, con estructuras arcaicas y escasa capacidad de adaptación, pero es un mundo nuevo y lleno de oportunidades para los que se adapten o empiecen de cero.

 

«Se necesita gente con la mente abierta para estar evolucionando constantemente»

 

Estamos viendo muchos ejemplos de la prensa anglosajona. ¿Qué podemos aprender?
Si preguntas cuántos editores de España han leído el Innovation Report del New York Times, te apuesto a que me sobran dedos de una mano. Es un informe encargado por los dueños del periódico a un grupo de profesionales de la casa, que durante meses trabajaron en analizar los problemas que el periódico estaba teniendo para adaptarse a la era digital, haciendo propuestas para mejorar. Básicamente, temían estar perdiendo la batalla ante nuevos medios, como BuzzFeed o Vice News. ¿Cómo era posible que ellos estuvieran haciendo el mejor periodismo y los nuevos portales se llevarán la audiencia? Para empezar, porque se habían adaptado a los cambiantes comportamientos de los lectores a la hora de consumir y compartir lo que les interesa.

En Estados Unidos, el informe ha abierto un debate sobre la lentitud de los medios tradicionales en adaptarse a los nuevos tiempos digitales. Está lleno de admisiones de fracaso y eso que hablamos del New York Times, para mí el mejor periódico del mundo. Volvemos a la pregunta que me hacías al principio sobre mis críticas a la prensa. ¿Cómo vamos a mejorar si no empezamos por asumir que no hemos hecho las cosas bien? ¿Que nos quedamos anclados en la inercia de un periodismo declarativo, insustancial y excesivamente politizado? ¿Que hemos perdido credibilidad al ser vistos como parte del sistema económico y político que ha gangrenado España? ¿Que el lector jamás pagará y hará rentable una información que no se diferencie en calidad, originalidad y profundidad de lo que hacen otros mil medios en Internet? ¿Que perdimos demasiado tiempo en proteger el pasado y no en afrontar el futuro? No basta con echar la culpa a internet.

 

«En Estados Unidos, el informe [Innovation Report del New York Times] ha bierto un debate sobre la lentitud de los medios tradicionales en adaptarse a los nuevos tiempos digitales»

 

¿Ser corresponsal te permite evitar la locura de las redacciones? ¿Lo echas de menos?
Siempre me ha gustado la acción, viajar y el reporterismo sobre el terreno, pero no lo estoy echando tanto de menos como creía. La razón es que me apasiona mi nueva aventura en la Universidad de Harvard, la sensación de estar aprendiendo, el espíritu emprendedor de los estadounidenses y la oportunidad de dejarte inspirar por gente brillante que está implicada en la transformación del oficio. Necesitaba reciclarme y estoy en el mejor lugar para hacerlo.

 

¿Cuál es la relación de un corresponsal respecto al periódico? 
El corresponsal suele ser un inadaptado de la redacción. Después de 16 años como corresponsal, me he dado cuenta que he vivido como un ermitaño del oficio. Trabajas solo, viajas solo (en mi caso por preferencia), tienes un trato limitado con la gente en Madrid… Existe el riesgo de que te aisles y caigas en el egoísmo profesional. A veces tienes la sensación de que no entienden tu situación sobre el terreno, pero ocurre también al contrario: tú no te paras a pensar que en la redacción tienen que lidiar con muchos elementos que te son ajenos, políticas internas, jefes con opiniones diferentes, cierres, cambios, limitaciones de espacio… Yo he tenido suerte, porque el periódico siempre me dio el apoyo, los medios y la libertad para hacer el periodismo en el que creía. A su vez, siempre sentí que tenía que corresponder. Si había que ir el primero y salir el último de algún follón, lo hacía. Si había que ir donde otros no querían, iba. Si había que tomar riesgos para hacer la mejor información posible, los tomaba. Es una relación a dos bandas.

 

Guerra en Afganistán; Revueltas de Indonesia, Filipinas, Nepal o Birmania; censura en China; la catástrofe de Fukushima en Japón,… ¿En qué momento has sentido más problemas para ser periodista en Asia?
Más que en las guerras o los desastres naturales, he tenido problemas para hacer mi trabajo en las dictaduras. Birmania antes de su apertura; China, donde se me ha vetado la entrada desde hace tres años; o Corea del Norte, donde entré dos veces haciéndome pasar por empresario y fue muy difícil trabajar. De todas formas, mis problemas siempre fueron pequeños en comparación con los que padecen los periodistas locales. Es posible que yo no pueda entrar en China o que me deporten de Corea del Norte, pero en ambos países hay decenas de periodistas que llevan años en prisión por informar. Si voy a la guerra, me puedo volver a casa cuando quiera. Los civiles atrapados en el conflicto no. En el desastre natural, son otros los que han perdido a su gente y sus casas. Ahora se lleva mucho que el periodista cuente las dificultades que pasa sobre el terreno, lo mal que estaba la carretera, el frío que hacía y las heroicas aventuras que pasó. Pero ni son noticia ni deben ocupar nunca el espacio de los verdaderos protagonista de la historia. Estás ahí para contar lo que le pasa a otra gente, no a ti.

¿Qué te parece lo que está pasando en Hong Kong? Poco a poco va a quedar sin foco mediático?
Me entristece que China no vea que va en su propio beneficio satisfacer las demandas democráticas de Hong Kong. Es un sitio especial para mí, donde empecé mi corresponsalía asiática y viví seis años. Pero su gente está muy sola, porque de lo que se trata es de vender productos en el mercado chino y a países como España lo demás no le importa. Es trabajo de los medios tratar de que siga importando, pero nuestra capacidad para mantener la atención de las coberturas ha disminuido. El ciclo mediático se ha acortado. ¿Quién habla ya en España del Ébola, ahora que los pacientes vuelven a ser solo africanos? ¿Y de Siria, donde sigue habiendo una guerra que puede decidir el futuro de Oriente Medio y donde mueren miles de personas? Por no hablar de las historias que no están en la agenda informativa, no porque no lo merezcan, sino por el seguidismo que hace que todos informemos de las mismas cosas. Aquí, de nuevo, internet es una oportunidad para romper el monopolio de lo que es importante y quienes lo deciden.

¿Cuál es tu horizonte profesional en los próximos meses?
Mi beca en Harvard es de un año, así que estaré en Boston trabajando en diferentes proyectos hasta el verano. Es difícil hacer predicciones en estos tiempos, especialmente si trabajas en medios de comunicación, pero mi idea es reincorporarme después a El Mundo y aportar lo que pueda para hacer que su proyecto salga adelante.

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Miquel Pellicer

Periodista y antropólogo. Nacido el año en que murió Elvis. Educado en los medios de comunicación locales, es autor del blog MiquelPellicer.com. Actualmente, director de Comunicación Digital en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Anteriormente, director de Innovación de Interprofit; director de Estrategia y Comunicación en Grupo Lavinia. Otras palabras clave de su currículum: FC Barcelona, Mundo Deportivo, Ayuntamiento de Barcelona, Enderrock, Transversal Web. Galardonado en los Premios Blocs Catalunya 2010 y miembro fundador del BCN MediaLab. Autor de los libros 'Optimismo para periodistas' y 'La Comunicación en la era Trump'.

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